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«Con la objetividad no se trata de ser neutral, sino de ser confiable»

Participantes, en un momento del panel de discusión en la capital bosnia.
José Antonio Sánchez Manzano

Coincidiendo con la reciente conmemoración del 30 aniversario del inicio de la guerra en Bosnia y Herzegovina y el asedio de Sarajevo, el anfiteatro del Dom Mladih de la capital balcánica acogió el pasado jueves 7 de abril un panel de discusión público titulado ‘La integridad de los medios de comunicación en la era de la desinformación. El evento estuvo organizado por el Servicio Europeo de Acción Exterior (EEAS, en inglés), el servicio diplomático de la Unión Europea.

En palabras de Jasna Jelisić, reconocida periodista y actual responsable de la organización para los Balcanes Occidentales, esta jornada tuvo como principal objetivo «la sensibilización acerca de la manipulación de la información, la seguridad de los periodistas y la integridad del periodismo profesional como piedras angulares de la democracia y del camino de integración de la UE». Para ello, además de contar con la participación remota de renombrados reporteros que hace tres décadas cubrieron la guerra en Bosnia y Herzegovina, un grupo de veintiún jóvenes periodistas de toda la región de los Balcanes Occidentales asistieron al evento como parte de un intercambio de una semana en Sarajevo.

 Tras una breve presentación por parte del moderador Filip Lukić (N1 y European Western Balkans) y la intervención Aida Čerkez (ex corresponsal de AP durante la guerra) y Nadina Maličbegović (Al Jazeera Balkans), el acto arrancó con la proyección de un video en el que la periodista Christiane Amanpour (CNN), que no pudo asistir por encontrarse en Kiev cubriendo la invasión rusa, destacaba los paralelismos y similitudes entre esta guerra y la que tuvo lugar en Bosnia y Herzegovina. Al final de su discurso mencionó una frase que arrancó el aplauso del público y dio paso al resto de temáticas y ponentes: «Con la objetividad no se trata de ser neutral, sino de ser confiable».

Retos en la era digital

La siguiente intervención fue en directo y corrió a cargo de Remy Ourdan (Le Monde) quien, desde el interior de un coche en Bucha, la ciudad de los horrores y las masacres recientemente perpetradas por las fuerzas rusas en Ucrania, reflexionaba sobre los retos del periodismo en la era digital en contraste con los medios y recursos analógicos disponibles hace treinta años. Además, insistió en que, «aunque no se trata de una práctica mayoritaria entre los periodistas, en una guerra es importante informar igualmente sobre los que luchan y también los civiles».

Después corrió el turno para Javier Espinosa (El Mundo) quien, desde Madrid, comenzó su participación planteando una pregunta: ¿En qué medida a la opinión pública le interesa o es consciente de la importancia del periodismo y los medios de comunicación? Seguidamente destacó la precariedad de la labor periodística. Según Espinosa, «hoy en día la mayoría de los reporteros que cubren las guerras son freelancers y con suerte consiguen cubrir costes. En el caso de los miembros de plantilla no suelen recibir ningún tipo de complemento económico por los riesgos que entrañan cubrir un conflicto armado». Por el contrario, periodistas que no están sobre el terreno o que siguen a pies juntillas las narrativas oficialistas suelen contar con mayores incentivos y mejores recursos a la hora de realizar su trabajo. Con este panorama, no es de extrañar que se cumpla a rajatabla esa máxima que dice que, «en la guerra, la primera víctima es la verdad».

«Hoy en día la mayoría de los reporteros que cubren las guerras son freelancers y con suerte consiguen cubrir costes»

Javier Espinosa (El Mundo)

Posteriormente Ed Vulliamy (The Guardian) compartió su experiencia como testigo de la existencia y las condiciones en los campos de concentración creados al inicio de la guerra en Bosnia y Herzegovina y cómo diferentes estamentos políticos se dedicaron entonces (al igual que sucede hoy en día en relación al genocidio cometido en Srebrenica) a negar la evidencia.

Por último, Roger Cohen (The New York Times), desde París, destacaba precisamente la necesidad de buscar la verdad a través de los sentidos y estando en el lugar de los hechos. «Ver los cuerpos, escuchar las bombas…», comentaba Cohen. Además, al igual que el resto de sus colegas, hizo hincapié en la importancia del conocimiento de la Historia para entender el contexto y desarrollo de un conflicto armado. Eso sí, advertía: «¡La Historia es peligrosa!».

En primer plano, Jasna Jelisić, responsable del Servicio Europeo de Acción Exterior para los Balcanes Occidentales. Detrás, jóvenes periodistas bal´cánicos que participaron en el evento.
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Que se lo digan a los bosnios cuando, tras casi medio siglo de igualdad y fraternidad entre diferentes, Slobodan Milosevic, Radovan Karadžić y Radko Mladić retrocedieron en el tiempo seis siglos para envenenar y manipular a la opinión pública y justificar posteriores campañas de limpieza étnica y genocidio. O ahora a los ucranianos, cada vez que Putin hace referencia a Lenin y apela a las grandezas del antiguo imperio ruso para arengar a los suyos contra sus vecinos y hasta hace poco “primos hermanos”.

Ya antes del estallido de las bombas en Ucrania, la República Srpska, una de las dos entidades que componen el país resultante de los Acuerdos de Paz de Dayton en 1995, lanzaba un desafío secesionista que amenaza con romper el ya de por sí frágil y complicado equilibrio de poderes en el país balcánico. Sin embargo, más allá de las consecuencias económicas y el deterioro del clima político, las imágenes de asedios y matanzas de civiles resultan demasiado familiares e hicieron aflorar los traumas que muchos ciudadanos aún arrastran.

Disidencia rusa

Para terminar el evento se dio paso a la ronda de preguntas por parte de los jóvenes periodistas. El primero en pedir el micrófono fue Mladen Saratović (N1 y CNN), reportero serbio de 30 años que, según explicaba, prepara un documental sobre disidentes rusos y quería saber la opinión de sus colegas más veteranos acerca de la poca cobertura que se les da a aquellos que no promulgan con la versión oficial. La respuesta de Aida Čerkez fue contundente: «Sí, estoy de acuerdo, debería de hablarse más de ellos».

Tal y cómo me confesara Mladen más tarde, en su pregunta y en su trabajo influyen el hecho de que su madre fuera una de las pocas personas que se atrevió a desafiar al fascismo saliendo a la calle para protestar en contra de la guerra en la ex Yugoslavia. No acepta que los actos de aquel gobierno fueran llevados a cabo en su nombre o el de su familia, o  que todo un pueblo sea culpado por determinadas decisiones y actos.

Hablando de gobernantes, la última pregunta y broche final del evento corrió a cargo de Ilda Hoxha, una joven periodista albanesa que trabaja para la organización de fact checking Faktoje. «¿Qué podemos hacer cuando los que promueven y propagan bulos y desinformación son los mismos que, en teoría, deberían de protegernos contra ella?» De nuevo contestó Aida Čerkez y fue igual de rotunda: «Déjales en evidencia con hechos y pruebas contrastadas. Y no les votes».

‘El confidente y el terrorista’: del 11S a los atentados de Cataluña

Braulio García Jaén y Matías Escudero Arce

‘El confidente y el terrorista’ es un reportaje de investigación recién publicado por la editorial Ariel. El libro rastrea varios casos a lo largo de los veinte años de la (mal) llamada guerra contra el terror, desde el 11S de Nueva York al 17A de La Rambla y Cambrils. Y analiza el relato preventivo del que España ha hecho gala. En este fragmento que adelantamos se aborda el papel que el actual Jefe de Prospectiva del CITCO, José Luis Serrano Merino, desempeñó en la investigación policial sobre el imán Abdelbaki Es Satty en Vilanova, de la que salió indemne en 2005. El imán Es Satty fue luego el líder de los terroristas de Ripoll que atentaron el 17 de agosto de 2017.

El libro se presenta este jueves en Madrid, en Casa Árabe, a las 19 horas. El acto podrá verse por Youtube. García Jaén, uno de los autores, es miembro de la API. A continuación reproducimos el epígrafe que lleva por título ‘El jefe de los controladores’.

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El momento de la verdad sobre los atentados de Atocha fue retransmitido en directo. El juicio del 11M, presidido por el magistrado Javier Gómez Bermúdez, empezó el 15 de febrero de 2007 y durante los cuatro meses y medio siguientes pudo verse íntegramente por internet. La retransmisión supuso también un momento particularmente revelador sobre lo que suele haber detrás del telón de los confidentes: el patético andamiaje del que muchas veces cuelgan las llamadas fuentes confidenciales de los informes policiales. El público pudo observar en directo a los tres confidentes principales. Uno, que no era un payaso profesional, lo parecía y actuaba como tal; otro era esquizofrénico. Los dos ayudaron a reunir los 200 kilos de dinamita que explotaron en los trenes, y por ello fueron condenados.

El tercero, el célebre Cartagena, era un licenciado universitario que había trabajado como periodista en Marruecos y como imán en Villaverde, al sur de Madrid. […] Cartagena había aportado antes del atentado de Atocha informaciones clave sobre varios terroristas del 11M. La UCIE -el servicio de información de la Policía Nacional encargado de investigar el yihadismo- no supo procesar y no aprovechó dichas informaciones.

Los tres confidentes declararon en el primer mes del juicio. También lo hizo el jefe de los policías que controlaban a Cartagena, José Luis Serrano Merino. Serrano fue el instructor general de las diligencias policiales del 11M, y como tal declaró en el juicio el 1 y el 5 de marzo de 2007. Como él mismo explicó, en tanto que jefe del área de la UCIE encargada del terrorismo islamista del Magreb, estaba al tanto de las ramas yihadistas que, sobre todo a partir del atentado de Casablanca de 2003, habían ido abriéndose paso y convergiendo en España.

Cese de las escuchas al imán

Cuando tuvieron lugar los atentados de Atocha, Serrano era el jefe de dicha sección. Trabajaba en la UCIE desde 1995. Durante esa década, la UCIE se había encargado de las principales investigaciones sobre terrorismo islamista: desde los primeros pasos de Abu Dahdah repartiendo su propaganda islamista en la mezquita de la M30 de Madrid, hasta las detenciones y la localización de algunos de los terroristas del 11M, y luego la detención de Ismael y parte de los coacusados en Chacal, entre otras. El 21 de noviembre de 2005 pidió que cesaran las escuchas al m´óvil del imán Abdelbaki Es Satty.

Serrano llegó al juicio del 11M siendo ya analista de la Comisaría General de Información, donde no había dejado de ascender desde que empezó en 1985. […] Hoy es el jefe del Área de Prospectiva del Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado (CITCO), que coordina la estrategia y los intercambios de información sobre el asunto entre los diferentes cuerpos policiales.

Tras su declaración, y coincidiendo con el tercer aniversario de los atentados, El País publicó una crónica sobre los «agujeros de la seguridad» previos al 11M aflorados en el juicio, sobre todo por boca de policías y confidentes. Cuando ocurrieron los atentados, había abiertas siete investigaciones que afectaban a varios de los implicados en el atentado de Atocha. «Pero, como han puesto por escrito mandos políticos, policiales, jueces y fiscales, ‘ningún indicio se detectó en ese momento’ contra ellos ‘que permitiera proceder a su detención».

Portada del libro.

Esos hechos, relataban los cronistas, tenían dos lecturas. «Una es la que sostienen los policías que investigaron entonces y ahora: que los servicios estaban haciendo su trabajo, infiltrando a confidentes, observando a los malos, intentando detenerles, pero no llegaron a tiempo, porque ni ellos ni sus jefes supieron juntar las piezas. La otra, alimentada por los defensores de la teoría de la conspiración mutante, es que los servicios estaban formados por una banda de delincuentes, conjurados para matar, pero dirigidos por los mismos políticos que dicen querían derrotar». Y a continuación remataban el párrafo: «Lo que ha quedado claro es que, tras el 11M, utilizaron todas las informaciones que tenían para evitar nuevas muertes y que, si hubiera sido por ellos (guardias, policías y agentes del CNI), hubieran optado por que no se supiera que habían fallado».

La teoría de la conspiración -tiene que ser ETA, aunque no haya sido ETA- puede que siga mutando, allá los mutantes. La investigación del 11M, con las críticas que puedan merecer sus errores […], logró una reconstrucción veraz de lo ocurrido y aportó pruebas para que el tribunal pudiera juzgar y dictar una sentencia que hiciera justicia, en la escala humana de lo posible, a sus víctimas. No nos interesan tanto los errores personales que Serrano pudo cometer durante la investigación, tampoco en la Operación Chacal ni en el cese de las escuchas a Es Satty. No tenemos ningún indicio de que provocara personalmente esos errores […]. Pero que no haya indicios para suponer que los errores fueran interesados no niega el interés de los errores. Y hay una frase crucial en la crónica de El País que nos interesa crucialmente: «Si hubiera sido por ellos (guardias, policías y agentes del CNI), hubieran optado por que no se supiera que habían fallado».

Método de conocimiento

Serrano, negándose ahora a responder del cese de las escuchas a Es Satty, abunda en esa costumbre tan católica, española y nefasta del silencio de la autoridad. No solo es un método de gobierno, es un método de conocimiento, que los mismos cronistas aciertan a describir un par de párrafos más abajo, cuando se encaran con el CNI. «Tampoco se llegó a nada por las pesquisas del CNI, entonces dirigido por Jorge Dezcallar, hasta ahora el servicio que más indemne ha salido de la purga de los fallos, dado que el carácter secreto de su trabajo le ha permitido mantenerse al margen».

El secreto es siempre el margen del poder, su manga ancha, y la verdad, su marginada. En cualquier campo de investigación más o menos ventilado, los errores no solo son objeto de estudio y discusión cuando se descubren, sino que la publicidad de estos se considera una buena práctica para evitar futuros errores. Los errores son una fuente de información para mejorar los procesos. En el campo de la seguridad, sin embargo, se acepta que los errores deben clausurarse puertas adentro. La falta de escrutinio del despliegue preventivo después del 11M es ejemplar. El resultado está a la vista: no es que no se vean los resultados, es que preguntar está mal visto.

¿Por qué Serrano decidió que había que levantar las escuchas al imán? Nosotros solo podemos rumiar, en silencio. En voz alta, es razonable pensar que en 2006 era imposible predecir que el imán de Vilanova, Abdelbaki Es Satty, acabaría convertido en el líder de los terroristas de La Rambla y de Cambrils, siendo imán de Ripoll, una década después. Pero precisamente por eso cuestionamos un método que presume de predecir ese tipo de evoluciones; y lo cuestionamos no desde la teoría, sino desde el acopio de hechos que lo desmienten. A estas alturas, lo grave no es solo la ironía de que el comisario que lo descartó sea hoy el jefe de Prospectiva del Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado (CITCO); más grave es que lo siga siendo sin tener que explicar siquiera su decisión de entonces y su carrera hasta ahora. Lo peor no es la discutible evaluación de sus méritos: lo inaceptable es la nula evaluación de sus métodos.

Abierto el plazo para presentar trabajos a la segunda edición de los Premios de Periodismo de Investigación de API

El plazo finaliza el 31 de mayo y cuenta con tres categorías: General, Datos y Local

MADRID, 24 DE MARZO DE 2022

Tras el éxito de la primera edición, ya se  pueden presentar trabajos a la segunda cita de los Premios de Periodismo de Investigación, convocada por API (Asociación de Periodistas de Investigación), la primera del país especializada en reporterismo de investigación, a cuyo frente está el maestro de periodistas Antonio Rubio, recientemente reelegido.

Se contemplan tres categorías, la de trabajos de información general, la de datos –con la que se quiere reconocer esta tendencia periodística—y la de periodismo local, a la que API atiende especialmente al considerar que es una rama en la que “la influencia de los poderes políticos y económicos puede suponer un obstáculo para ejercer la profesión”.

En general, los premios de la Asociación de Periodismo de Investigación reconocen historias que hayan tenido una influencia significativa en la sociedad, manteniendo el nivel ético y de buenas prácticas que propugna la API.

Los trabajos tienen que haberse publicado durante 2021, deben estar relacionados con España, y puede presentarlos cualquier persona mayor de edad, a título personal o en representación de un equipo y en cualquiera de las lenguas oficiales del Estado. Podrá postularse tanto con un artículo o reportaje como con una serie, en cualquier formato.

El plazo de inscripción finalizará el 31 de mayo de 2022 y el trámite podrá realizarse desde el formulario de la página web de la asociación https://investigacionapi.com/premios-api/.  

El jurado, que en la primera edición estuvo presidido por la reportera mexicana y defensora de los derechos humanos Lydia Cacho, tendrá en cuenta factores como la acreditación, documentación y verificación  del proceso, los hechos nuevos descubiertos y su trascendencia, la calidad narrativa y la amplitud de fuentes empleadas, además de otros elementos como las dificultades y riesgos asumidos por el periodista y la honestidad e independencia del trabajo.

El premio consiste en una estatuilla diseñada por el escultor Utande para API y se conocerá en otoño de 2022.

GANADORES DE LA PRIMERA EDICIÓN

En la primera edición, a la que se presentaron medio centenar de trabajos, en la categoría general el ganador fue ‘Back Up’una serie de investigación sobre ciberdelitos, publicado por el LAB de Radio Televisión Española (RTVE).

Y hubo una mención especial al reportaje en formato podcast ‘El cadáver olvidado’, de Daniel Sousa para la Cadena SER. Narrado por Javier del Pino y con diseño sonoro de Teo Rodríguez, cuenta la historia de Celestino Hernández González, uno de los 59 cuerpos que nadie reclamó de los 897 que acabaron en una de las tres morgues madrileñas durante los meses de marzo y abril debido a la pandemia de la covid-19.

En la modalidad de Datos, el premio fue ‘Los dueños de la caza en España’, de José F. Leal, Virginia Hernández y Hugo Garrido y publicado en el diario El Mundo. El reportaje reveló, por primera, vez la titularidad de  los terrenos cinegéticos en España y concluyó que 500 familias -grandes  fortunas, latifundistas y aristócratas- se reparten un 4,1% del territorio español, equivalente a la superficie que ocupan Navarra, La Rioja y el País Vasco juntos.

El galardón en la categoría de Local fue para ‘Una placa en mi pueblo’, publicado en formato podcast por Isabel Cadenas Cañón y el equipo De eso no se habla.

Una investigación acerca del caso judicial ‘Las 11 de Basauri’: diez mujeres y un hombre detenidos por abortar y practicar abortos que, entre 1976 y 1985, tuvieron que enfrentarse a varios juicios y llegaron hasta el Tribunal Supremo. El caso fue el antecedente de la ley que despenalizó el aborto en España en 1985. 

En esta categoría de Local, el jurado concedió una mención especial al trabajo de Maldita.es Taxis, comidas, prensa, encuestas y asesoría jurídica: las cuentas de los grupos municipales del Ayuntamiento de Madrid entre 2015 y 2017 por el uso de datos, la buena realización y metodología de la pieza y el gran equipo que lo firmaba: Sergio Sangiao, Ignacio Calle, José Molina, Adela Vived y Stéphane M. Grueso.

La lista encabezada por Antonio Rubio, reelegida al frente de la API

La lista encabezada por Antonio Rubio ha sido reelegida para la Junta Directiva de la Asociación de Periodistas de Investigación (API) con el 91% de los votos en las elecciones celebradas en Madrid el 12 de marzo.

La candidatura está formada por los siguientes periodistas:
Antonio Rubio (presidente)
Tomás Ocaña (vicepresidente)
Ignacio Calle (secretario)
Agustina Pozzi (tesorera)
Antonio Salvador (vocal de comunicación y transparencia)
Pilar Velasco (vocal de internacional)
Marta Sánchez (vocal de universidades)
Beatriz Gálvez (vocal de formación)
Adolfo Moreno (vocal de comunidades autónomas).

Documental ‘El sueño europeo’: una narrativa disruptiva sobre el racismo estructural y los ‘manteros’

La plataforma DJANGO Stories ha estrenado uno de los documentales más novedosos, tanto en formato, como en narrativa, sobre el racismo estructural y los manteros en nuestro país: El Sueño Europeo, una producción de DJANGO y la Revista Baynana, el primer medio digital creado por periodistas refugiados en España. A través de la historia de Idrissa Touré, un migrante senegalés, y mediante una narrativa visual dinámica, el documental explora el complicado camino que deben emprender muchos migrantes irregulares para llegar a España, así como los obstáculos a los que deben hacer frente al entrar en la península, especialmente, la Ley de Extranjería.

Entre el equipo que ha hecho realidad este documental hay dos periodistas y socios de la Asociación de Periodistas de Investigación (API): la dirección de fotografía y el diseño sonoro de El sueño europeo corren a cargo de Javier Jennings Mozo y la documentación y los gráficos animados han sido realizados por Arturo Martín Varas. Ambos periodistas, dos de los más jóvenes de la Asociación, han co-editado el documental y, junto a Okba Mohammad Al Zobany, productor del mismo, y periodista más joven de Baynana, han realizado todas las entrevistas y guionizado la historia.

El sueño europeo desmonta mitos, cuestiona narrativas políticas fundamentadas en la desinformación y combina una cruda realidad con información clave para entender el estrés, la incertidumbre y el caos que vive una persona en situación irregular en España. El documental recorre las entrañas y las consecuencias de una de las leyes más injustas del BOE, que afecta a la gran mayoría de personas migrantes en España.

Una narrativa novedosa

Entre los aspectos más destacados de El sueño europeo se encuentra su forma innovadora de contar la historia: una narrativa visual rompedora y un punto de vista único. El documental se narra a través de las voces de los tres entrevistados, que, combinadas, generan una narrativa única que fluye a través de un acompañamiento visual que sumerge al espectador de lleno en el tema. La producción es una de las pocas sobre el asunto en la que un mantero es el que cuenta su propia historia, sin censura ni miedo, y no se centra, exclusivamente, en momento de la venta ambulante sino en el antes y el después de hacer frente a la Ley de Extranjería. De esa forma, la audiencia es capaz de empatizar a través de todos los matices y detalles que se ofrecen en el documental.

Puedes ver el documental en YouTube o en Instagram TV

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