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ANABEL BELTRÁN / Vicepresidenta de la Cámara de Cuentas de Aragón y ex Secretaria del Consejo de Transparencia de Aragón (XV) 17/03/2024

«Me gusta ver la transparencia como un adolescente lleno de futuro»

FRAN DELGADO / JOAQUÍN MESEGUER

Tal como ha sucedido estos años atrás con Aragón en el terreno del gobierno abierto, Anabel Beltrán ha sido una de esas referencias en las que fijarse para construir discursos coherentes y sólidos en el ámbito de la transparencia. Infatigable y arrolladora, cautiva a todos con su aplomo y sentido común hecho a base de palabras sencillas. Su principal estrategia es su convicción. Y a nosotros nos tiene en el bolsillo desde que nuestros caminos se cruzaron.

Los últimos tiempos no fueron sencillos para ella, pero una gran sorpresa le esperaba después de atravesar la zona de turbulencias. Desde hace apenas unos días es la flamante vicepresidenta de la Cámara de Cuentas de Aragón, un reconocimiento a una larga trayectoria profesional llena de grandes retos que ha sabido afrontar con sabiduría y serenidad al 50 por ciento, en esa receta que solo las grandes saben elaborar en su justa proporción. Se nos nota el cariño y respeto que le tenemos, también a partes iguales. Anabel Beltrán es una de nuestras transparentes incondicionales.

Pregunta.-Hola Anabel. Encantados de tenerte hoy aquí con nosotros. La primera pregunta que solemos hacer a quienes han pasado por esta serie de entrevistas es cómo y cuándo llegaste tú a la transparencia o cuando te la topaste. ¿Cuándo dijiste ‘me quedo aquí un ratito’?
Respuesta.-Bueno, yo llego a la transparencia del Gobierno de Aragón en 2016. En abril de ese mismo año se crea por primera vez el servicio de transparencia en la Administración autonómica, ya que nunca antes había asistido un servicio que gestionase esta materia. La ley de Aragón es de 2015, y costó unos meses crear un servicio con una estructura mínima. En mi caso, además, llegué de carambola porque a la persona que iba a ir a este servicio le surgió una oferta muy interesante fuera de la Administración, se marchó y me llamaron a mí. En ese momento, yo volvía de trabajar en la Expo de Zaragoza, había regresado al ámbito de la contratación del Gobierno de Aragón y había tenido ya oportunidad de colaborar en los contenidos del portal de transparencia relacionados con los contratos. Desde el Departamento de Presidencia coordinaban ese portal, pero no había estructura administrativa para estos temas. Yo estaba ya un poco saturada de la contratación ya que casi toda mi vida había trabajado en ese campo desde muchas perspectivas y, de repente, me ofrecen irme al servicio de transparencia. Y dije que sí, porque siempre me he sentido una empleada pública muy transparente y he creído que una mayor transparencia en las decisiones públicas podía ahorrarnos un montón de conflictos. Así que arrancamos en abril de 2016 Elena Paraíso y una servidora, las dos solitas durante casi un año, y… bueno, a partir de ahí, fue una experiencia única.

El impacto reputacional motivado por los incumplimientos ha perdido efervescencia

P.-O sea, podríamos decir que, junto con la contratación administrativa cuyo momento culmen fue la Exposición Universal de Zaragoza, la transparencia ha sido tu otra pasión administrativa en tu carrera.
R.-¡Sin duda! Muchas veces digo, medio en broma, que, tras la Expo, creía yo que no iba a poder echarle tanta pasión a un trabajo. Pero estos años atrás, sobre todo al final con el Laboratorio de Aragón de Gobierno Abierto y con retos transparentes que tuvimos que afrontar muchísimo más allá de lo que entendemos por transparencia obligatoria, me he dado cuenta de que aún me quedaba mucha pasión. La transparencia y el Gobierno Abierto son dos ámbitos que realmente merecen la pena, de verdad que sí. ¡Qué os voy a contar a vosotros!

P.-¡Qué bien! Encontraste de nuevo la pasión después de los años de contratación pública…
R.-Pues sí. Y volví a ella temporalmente en el Instituto de la Mujer tras dejar el Servicio de Transparencia y el Consejo de Transparencia y al principio estaba un poco asustada, porque yo me decía: ‘¡Madre mía, siete años, casi ocho, con lo que han cambiado las normas y los procesos de contratación!’. Pero está claro que algo queda siempre y me puse a tramitar de nuevo contratos como una posesa. La contratación pública es una parte esencial de la Administración, porque sin contratos públicos no se podría hacer prácticamente nada de lo que nos rodea, en cualquier ámbito. Pero la transparencia es otra cosa, es algo tan innovador a lo que llegamos tan tarde en nuestro país…

Cuando impartía cursos de transparencia solía empezar con esa frase que te he oído tantas veces, Joaquín, de que ‘Sin transparencia no hay democracia. Tengo clarísimo que es así. Algún alumno me dice: ‘Y entonces todos los años que llevamos de democracia en este país y no ha habido transparencia ¿qué han sido? ¿no ha habido democracia?’. Y suelo responder que ha sido una democracia regulera, no ha sido de nivel top. Ha tenido alguna laguna importante. Esa idea que tenemos los empleados públicos de que los datos son míos, la información es mía y la ciudadanía a lo mejor no está preparada para entenderla…

P.-En el momento en el que llegaste a la transparencia, Anabel, vivimos un momento de auge. La transparencia estaba por todos lados, en los medios de comunicación, en la política… y parece que actualmente es como si hubiera pasado de moda. ¿A qué crees que es debido esto?
R.-Pues no lo sé y mirad que le he dado vueltas. Primero, creo que hay muchas situaciones dispares en nuestro país. No es posible la comparación entre unos ayuntamientos y otros, entre comunidades autónomas o dentro del propio Gobierno de la nación y toda esa variedad de niveles de transparencia le genera cierta confusión a la ciudadanía. Es decir, yo puedo pedir una información al Ayuntamiento de Zaragoza, por ejemplo, que a lo mejor tarda en darme o no me da nunca, mientras que el Gobierno de Aragón me responde rápido, pero, por otro lado, puedo leer en los medios que un ministerio acude a los tribunales porque no está de acuerdo en dar determinados datos que, per se, parece que no generan ningún problema. Esa imagen perjudica mucho.

Y, por supuesto, las consecuencias mínimas que tiene no cumplir. Ni siquiera ya el impacto reputacional negativo duele a los gobiernos o a las administraciones, y eso hace que, pasada esa primera moda de salir muy bien fotografiado en los índices de Transparencia Internacional, se haya desinflado. Parece que han pasado mil años desde el INCAU, donde todas las comunidades autónomas nos esforzábamos por sacar una nota altísima. Parecía que nos iba la vida en ello. Aquello desapareció, quizás tenía sentido que lo hiciera, pero luego han empezado a florecer empresas privadas que elaboran una serie de rankings más que cuestionables.

La transparencia sirve para que hagamos mejor las cosas en la Administración

Y ahora, encima, podemos apreciar algunas tendencias que me horrorizan. Gobiernos que, directamente, están dando pasos atrás y se escudan con argumentos absurdos de que aquello no era transparencia, era cotilleo, de que para qué hay que publicar las agendas, que no tiene sentido publicar las declaraciones de bienes porque solo es alcahuetería, que decimos en Aragón… Creo que a la transparencia le queda todavía dar ese paso crucial que es la voluntariedad de serlo y, sobre todo, el de la claridad y la comprensión. No puede ser que se deshinche este globo de la transparencia sin ni siquiera haber conseguido llegar a mayor claridad, mejor reutilización. Aún quedan muchas cosas en las que avanzar.

P.-Anabel, acabas de mencionar la falta de consecuencias de no hacer las cosas bien, así que te lanzamos esta pregunta cortita y al pie. En tu opinión, ¿régimen sancionador en la ley de transparencia sí o no?
R.-No es fácil esa respuesta. Al principio, creía a pies juntillas que sí. Después de siete años como secretaria del Consejo de Transparencia de Aragón, ante los incumplimientos de sus resoluciones, que los ha habido, aunque no en una cifra alarmante, pero con un porcentaje importante sobre todo en ayuntamientos medianos y pequeños, veías que lo que más les preocupaba y les llevaba a cumplir, era la amenaza o la posibilidad de certificar a un departamento del Gobierno de Aragón que un ayuntamiento, una comarca o una diputación no estaba al corriente de sus obligaciones de transparencia. Al menos en Aragón esto podía suponer que no pudieran percibir subvenciones públicas. ¿Te imaginas un ayuntamiento o una comarca sin poder recibir ayudas públicas del Gobierno de Aragón? Es que no podrían subsistir. ¿Van a dejar de entregar a un ciudadano un expediente urbanístico a riesgo de perder una subvención? ¡Es que se ponían a cumplir a toda velocidad! ¿Y eso es una sanción? Bueno, a lo mejor no es la sanción que nos imaginamos, la típica multa pecuniaria, la de ‘por un incumplimiento de tal magnitud, mil euros’, no, pero es una sanción muy potente.

El incumplimiento de la obligación de resolver las solicitudes de acceso a la información es dramático en el mundo local con un 80 por ciento casi de solicitudes que se quedan sin responder. Si el ciudadano no acude a los Consejos de Transparencia, poca sanción habrá. No sé, hay que estudiarlo bien, pero mi experiencia me dice que es totalmente disuasoria la eventual imposibilidad de percibir subvenciones ante un incumplimiento en esta materia.

P.-Está claro que siempre tiene que haber alguna consecuencia. Algunas veces pensamos únicamente en sanciones cuando existen otras alternativas como que se dejen de recibir ayudas o que alguien deje de poder hacer algo que sea para él importante. Probablemente, eso tenga un efecto mucho más directo que tramitar todo un procedimiento complejo, que siempre lo es un expediente sancionador.
R.-Además, yo creo que a la ciudadanía no le satisface ese tipo de consecuencias. Quien ha pedido una información que finalmente no ha podido obtener, ¿qué gana realmente al final con que a alguien se le sancione? De esa forma, la transparencia no habrá cumplido ni su objetivo ni su función.

La pandemia ha supuesto un hito crucial para la transparencia, ya que la situó en el epicentro de las políticas públicas

¿No os parece que el daño reputacional también se está diluyendo? Quizá sea por el volumen de incumplimientos, ¿no? Yo tengo grabada la primera o la segunda resolución del Consejo de Aragón, que afectó al municipio de Villamayor de Gállego por un tema de un concejal. Salió en todos los periódicos de Aragón y fue una revolución porque se estaba diciendo que ese ayuntamiento no estaba dando información. Después hemos visto esto mismo replicado de muchos más, incluso a nivel estatal y de otras administraciones. Creo que ya no duele, parece que no escuece. Es como si dijéramos: ‘Mira, otro más que ha ido a reclamar para que le den esto o lo otro¡ Creo que el impacto reputacional motivado por los incumplimientos ha perdido efervescencia.

P.-Probablemente la reputación ha dejado de importarnos y lo que sí nos sigue importando es el dinero. A lo mejor tenemos que ir pensando especialmente en medidas que tengan ese impacto económico. Anabel, ¿cuáles podrías decir tú que son las grandes lecciones que has aprendido gracias a la transparencia? Pero también, ¿cuáles son las grandes frustraciones y decepciones que te has llevado, que seguramente las hay también?
R.-Algo intuía desde el principio, que luego comprobé enseguida, y es que sigo sin ver claro que la transparencia sea un antídoto frente a la corrupción. Esa bondad, si es que la tiene, lo es a un pequeño nivel. La lección más importante que da la transparencia es que nos obliga a hacer las cosas mejor internamente. Además de reconciliarnos con la ciudadanía, que no termina de entender lo público o cree que sesgamos la información, o la limitamos, en un momento en el que existen tantos bulos o desinformación. Ayer mismo leía un hilo magnífico publicado en Twitter sobre los datos de la inmigración en España y es que los datos reales no se parecen en nada a los que aparecen en los titulares de la prensa. Se hablaba de porcentajes de inmigrantes por regiones, por nacionalidades y lo iban contrastando con titulares de los medios de comunicación y no coincidía ni un dato.

Primero, por supuesto, hay que intentar que la verdad aflore y predomine, pero, sobre todo, debemos obligarnos a hacer las cosas mejor, pero no para que nos feliciten y nos den un premio, sino porque si tramitamos mejor los expedientes de contratación, por ejemplo, o si tenemos más documentada la extinción de los incendios, seguramente seremos capaces de hacer mejor nuestro trabajo y todo, al final, repercute en la ciudadanía. Ésa es la primera lección, que la transparencia sirve para que hagamos mejor las cosas en la Administración. En todos los sentidos, con mayor orden, con más claridad y de manera más realista. No quiero decir que no evite algún fraude. Si tengo que publicar una relación de beneficiarios junto con el importe recibido y sus características, puede que alguien descubra que una persona que no tiene derecho a ella está recibiendo una subvención, por supuesto que sí.

¿Y qué frustraciones? Pues, seguramente, las de la última época que estamos viviendo. Desde el punto de vista de los Consejos de Transparencia, que ha sido la mitad de mi vida estos años o más, tengo la sensación de que empezamos todos con muchísima fuerza, sobre todo porque existía el liderazgo desde el Consejo de Transparencia y Buen Gobierno de España con nuestra querida Esther Arizmendi, un liderazgo de coordinación, de cohesión, de colaboración, y en estos últimos años se ha ido perdiendo. Seguramente porque los Consejos cada vez tienen menos medios de todo tipo, personales y materiales. Algunos no los tuvimos nunca. Creo que se ha ido perdiendo esa cooperación, coordinación y necesidad de encuentro, y eso era una clave para los Consejos. Y luego, en cuanto a la transparencia, os lo comentaba al principio, que en vez de pasos hacia adelante, pasos innovadores, lo que se aprecia es un retroceso. Es verdad que hemos avanzado mucho estos años. Yo he visto cosas publicadas en mi casa que hace unos años me hubieran parecido directamente pornografía: los saldos y movimientos de cuentas bancarias, las agendas, el personal eventual, currículos… miles de conjuntos de datos que me hubiera parecido hace años de imposible publicación. Pero ahora percibo ese retroceso, incluso a veces en las propias normas, y otras, simplemente, por la vía de la práctica. Por ejemplo, cuando tengo la obligación de publicar los planes en unos plazos, pero no lo hago y nadie reclama.

Mi experiencia me dice que es totalmente disuasoria la eventual imposibilidad de percibir subvenciones ante un incumplimiento en esta materia

P.-Acabas de mencionar la carencia absoluta de medios, en algunos casos, para poder hacer el trabajo al que estamos obligados por la normativa de transparencia. Y tú qué te has dejado la piel en este tema en Aragón, aparte de dotar de más medios a la transparencia, ¿cuáles serían las grandes reivindicaciones que están pendientes?
R.-Pues creo que debemos hablar ya de Gobierno Abierto con mayúsculas, porque la transparencia está indisolublemente unida con la participación, la rendición de cuentas y la innovación social. Debe tener un peso específico en las estructuras administrativas. La situación ideal para mí es la que he vivido estos últimos años con una Dirección General de Gobierno Abierto e Innovación Social en un departamento que llevaba por nombre, nada más y nada menos, que Ciudadanía y Derechos Sociales. Creo que eso fue el cenit de una buena estructura al servicio del Gobierno Abierto.

Ésa es la reivindicación clave para mí. Conseguir tener una posición transversal y estratégica y, por supuesto, dotar a las estructuras departamentales de medios, aunque sean mínimos. De nada sirve un servicio de transparencia potente si luego una Administración, como la mía, en la que somos 53.000 personas, no tiene una o dos personas dedicadas a la transparencia en cada departamento. Ésa es otra de las grandes reivindicaciones, no sólo una estructura centralizada, sino tener esas unidades de transparencia, esos satélites, formados con entusiasmo y con conocimiento en cada departamento.

Y en los Consejos de Transparencia exactamente lo mismo. Estos órganos ya empiezan a tener un volumen de reclamaciones muy importante y deben tener una estructura mínima para poder mantener su independencia y resolver en plazo. El de Aragón es un buen ejemplo: empezamos resolviendo en plazo, pero hubo un momento en el que el volumen de reclamaciones nos comió y, como tampoco había recursos humanos, entramos en una situación de desesperanza absoluta. Ojalá esto cambie.

P.-Has hablado justamente de la experiencia de Aragón, un ejemplo en transparencia muy reconocida en el resto de España, un referente. ¿Cuál crees que ha sido la fórmula del éxito para poder abordar tanto la transparencia como el Gobierno Abierto?
R.-Pienso que en esa fórmula de éxito es clave la existencia de personas que asumen liderazgos muy innovadores, aunque nos lleven de calle, aunque nos vuelvan locos. Un equipo, además, multidisciplinar. Eso es fundamental. Yo no era más que una hormiguita del portal que no podría haber hecho nada si no hubiera tenido una documentalista como Elena, un informático como Javier, y lo sabe Joaquín que ha liderado equipos de transparencia. Si no tienes a gente especializada en trabajos técnicos muy específicos y complejos, como es mostrar la información, no puedes avanzar.

Ese liderazgo nos obliga siempre a ir un paso adelante. Ahí Raúl Oliván ha sido clave para ver mucho más allá de lo que era la transparencia obligatoria. La receta es no conformarse: si tenemos un plan de gobierno y estamos publicando los resultados, vamos a intentar hacerlo en tiempo real y, además, vincularlos a los ODS y no sé cuántas cosas más. A este liderazgo es al que me refiero.

Se nos ha distinguido con los premios Audaz y si ves la lista de las entidades reconocidas observas que todas ellas han dado un paso más allá de la transparencia. Los contratos, las subvenciones, el urbanismo, todo eso está fenomenal. ¡Claro que tiene que ser transparente!, pero hay que aportar algo más, como hicimos durante la pandemia, que casi nos volvimos locos. Pero por eso teníamos a medio millón de personas visitando nuestras webs. En transparencia hay que avanzar, hay que ofrecer la información de otra manera, hay que adelantarse a lo que la gente quiere. ¿Cómo no vas a publicar las listas de espera sanitarias? Ha costado mucho conseguirlo, pero ya lo está haciendo todo el mundo. Ahora hay que dar un paso más, hay que hacerlas interactivas, comprensibles… En fin, mil cosas.

Ahora hay que dar un paso más; hay que hacer la información interactiva, comprensible…

P.-Nos lo has puesto a huevo, como suele decirse. Nos gustaría preguntarte por esos dos proyectos que han sido reconocidos por RAGA España y que han nacido y se han gestado bajo tu supervisión. ¿Qué destacarías esencialmente de Visual Gob y de Gobierno Fácil? Si tuvieras que decir una nota definitoria o clave de cada uno de ellos, ¿con qué te quedarías?
R.-Voy a empezar por Gobierno Fácil, la criatura que así la llamo. Gobierno Fácil a mí me ha cambiado la vida porque me ha obligado a mirar el mundo con otras gafas. ¡Lo que he aprendido de los equipos de validadores, de estas chavalas y chavales que venían con toda la ilusión a todas horas al laboratorio a ayudarnos a adaptar los materiales a la lectura fácil! No ya lo que es la adaptación en sí misma, que es un proceso complejo y del que se aprende muchísimo, sino de su sensatez, de su forma de ver la vida. Escucharles decir que era la primera vez que se sentían protagonistas de algo es de las cosas más emocionantes que me han pasado en mi vida profesional. ¿Que luego, además, hay miles de personas que se benefician, aunque no sean personas con discapacidad sino, por ejemplo, personas extranjeras o con problemas de comprensión que ahora pueden matricular más fácilmente a sus hijos en un colegio? Bendito sea. Pero sólo por la experiencia de haber trabajado mano a mano con estos equipos, que se denominan a sí mismos como Los que nunca se rinden’, a mí me ha cambiado la vida. Me parece el proyecto más emocionante en el que he trabajado jamás.

Visual Gob es otro nivel. Es esa rendición de cuentas con la que cualquiera puede soñar, la que te dice cuáles son los compromisos de un gobierno para toda la legislatura, pero que, además, muestra cómo los va a cumplir, en qué se va a concretar, cuánto se va a gastar y ¡qué importante!, con qué medios humanos se va a hacer. Aporta una serie de parámetros bastante exhaustivos, pero es que, además, permite ir viendo el porcentaje de avance y con evidencias. Aquí no vale sólo con decir que hemos cumplido el 60 por ciento del reto, por ejemplo, de extender la fibra óptica en todo Aragón, sino que te demuestro a golpe de clic dónde está ya, qué volumen o en qué territorios aún no ha llegado. Aun así, hace poco veía una evaluación de portales de rendición de cuentas de España, un trabajo de dos profesores magníficos, y también nos sacaban algunas pegas. Claro que sí. ¿Cómo no se nos ocurrió hacer un descargable por materias, por filtros? Pues, no se nos ocurrió.

Imagino que ahora el Gobierno de Aragón pondrá en marcha el plan de gobierno correspondiente a esta nueva legislatura. Se puede avanzar muchísimo frente a los PDF de siempre, frente a esa rendición de cuentas que nadie o casi nadie lee. Hay que tener un sistema en el que puedas buscar el objetivo o el instrumento que te interesa y ver cómo avanza en tiempo real. Visual Gob también ha conseguido que ningún departamento quiera quedarse atrás en esa rendición de cuentas, porque se pican entre ellos. El reto es documentar bien lo que vamos consiguiendo, a pesar de que nos falta tiempo para hacerlo en condiciones. El sistema te obliga, no sólo a pedalear, sino a dejar registro de todas las etapas de la carrera ciclista. Visual Gob me parece un avance magnífico que, ojalá, creo que no, no se pierda.

Los Consejos de Transparencia han de tener una estructura mínima para poder mantener su independencia y resolver en plazo

P.-Bueno, Anabel, tampoco queremos quitarte mucho tiempo…
R.-Me gustaría acabar en positivo, porque parece que en esta conversación me ha podido el pesimismo y eso no puede ser. Que no sea jamás la tristeza la última palabra.

P.-En estos diez años de la ley hemos visto de todo. Ha habido muchos obstáculos, pero también mucha gente que se ha involucrado, como tú has dicho. Se han creado estructuras y se han realizado esfuerzos desiguales. Pero nos gustaría saber tu valoración global de estos diez años de ley de transparencia en España, los aspectos negativos, pero, sobre todo, los positivos. Y así nos despedimos optimistas, ¿te parece?
R.-Hoy en día, cuando los niños cumplen diez años, se consideran ya supermayores. Antes no era así. Mi hijo mayor con diez años era un niño y se creía un niño, pero ahora los veo que se creen casi adolescentes. Tenemos entre manos a un adolescente, a mí me gusta ver la transparencia como un adolescente lleno de futuro, un adolescente que ha tenido que aprender muchísimo en esos primeros años de vida, en los que ha tenido que sortear hasta una pandemia. No hemos hablado mucho de ello, pero la pandemia ha supuesto un hito crucial para la transparencia, ya que la situó en el epicentro de las políticas públicas. Lo importante es que en esto no se retroceda y sigamos dándole el lugar que le corresponde.

Espero que a este adolescente no le surjan muchos inconvenientes en el camino, que siga habiendo gente muy implicada como vosotros y como tantos otros, que le ayuden a hacerse una veinteañera de la que sentirse muy orgulloso. Así es como me siento yo del trabajo de estos años de mi equipo.

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