X

Inicia sesión

Debes ser socio

Cerrar

Pulsa fuera para salir.

VICKY ANDERICA / Experta en transparencia y asesora de Más Madrid en el Ayuntamiento de Madrid (XII) 25/02/2024

«Que la transparencia haya evolucionado lo que lo ha hecho en estos diez años tiene como único responsable a los funcionarios de este país»

JOAQUÍN MESEGUER / FRAN DELGADO

Como ha ocurrido con alguno de nuestros entrevistados, Vicky Anderica ha tenido que enfrentarse en algunos momentos de su vida a sus otros ‘yo’ del pasado. Desde las filas del activismo civil a la primera línea de la gestión pública, y de ahí a la bancada de la oposición. Tres escenarios y atalayas muy diferentes desde las que observar la evolución del gobierno abierto en nuestro país. Con ese equipaje de experiencias y responsabilidades, podemos afirmar sin titubeos que se trata de una de las protagonistas de esta década de transparencia.

Eterna estudiosa del gobierno abierto y comprometida hoy políticamente como asesora municipal de Más Madrid en su implantación, desgrana durante esta conversación algunas de las claves del que fue uno de los grandes proyectos de transparencia en España en el estimulante periodo que siguió al 15-M.

Pregunta.-De las primeras veces que supimos de ti fue en un vídeo muy didáctico sobre el 15-M en el que también aparecían David Cabo, Javier de la Cueva y algunas personas más hablando sobre la necesidad de regular el derecho de acceso a la información y la transparencia en nuestro país. Como participante activa de aquel movimiento político y social, ¿cómo viviste aquella experiencia y que te aportó?
Respuesta.-En ese momento no había en España una ley de transparencia ni se la esperaba. Bueno, algunas personas sí la esperábamos, pero desde luego no había una horda de gente exigiendo la ley. Sí la había reclamando que no hubiera corrupción o que existiera una mejor gestión, pero éramos pocos los que en aquel momento nombrábamos la palabra ‘transparencia’. A pesar de que ya se había mencionado en algunos programas electorales y que se estaba redactando algún borrador, recuerdo que en las asambleas del 15-M, cuando yo hablaba de transparencia, la gente no entendía a qué me refería. Les sonaba raro. Cuando explicabas cuál era el objetivo final, que era que hubiera más datos para que existiera una rendición de cuentas real, por ejemplo, la gente ya lo empezaba a entender, pero aún no estábamos familiarizados con el concepto de dato o de información. De hecho, hablar de transparencia parecía ciencia ficción en el contexto del 15-M. Yo ya trabajaba en Access Info Europe y recuerdo ese mismo año haber asistido a una reunión de la Asociación de la Prensa de Madrid con algunos periodistas de prestigio y eran muy escépticos ante la idea de que la transparencia fuera a tener algún impacto en nuestro país. Les parecía impensable que pudiera existir una ley que obligase a entregar información.

A la hora de poner en marcha políticas de transparencia, tanto a los políticos de izquierdas como de derechas les tiemblan las canillas de la misma manera

Por ello creo que sí, que el 15-M ayudó a hacerse una idea más clara de que tenía que haber una rendición de cuentas y de que la ciudadanía tenía que implicarse más. Aunque no era una de las cuestiones principales del 15-M, estaba claro que una mayor democracia implicaba más transparencia y más participación.

P.-Tal como cuentas, podríamos entender que lo que consiguió el 15-M fue poner la transparencia encima de la mesa, que no lo estaba, y que, de pronto, gracias a la relevancia que alcanzó el movimiento, se incorporó a la agenda pública.
R.-Eso es, como si fuera la plataforma a partir de la cual el tema empezara a circular con más fluidez. Tanto la prensa como los distintos foros, las universidades o administraciones públicas empezaron a abrir los oídos a estos asuntos de los que empezaba a hablar la gente. Se abrió una oportunidad que había que aprovechar y creo que muchos de los estábamos en ese momento lo hicimos y resultó bien.

P.-Uno de los retos que te planteaban cuando llegaste al Ayuntamiento de Madrid, Vicky, era cómo tú, una de las activistas de la transparencia más conocidas a nivel nacional, iba ahora a acometer una cruzada interna dentro de una administración del tamaño y complejidad como la de la Ciudad de Madrid. Vicky Ande contra Vicky Ande. ¿Cómo fue esa catarsis, ese encuentro de Vicky con esa Vicky, ese Vicky frente a Vicky? ¿Cómo fue mirarse en ese espejo de ‘Ahora lo que yo decía o lo que ayer defendía, tengo que ser capaz de incorporarlo a esta organización’? ¿Cuáles fueron las principales contradicciones que tuviste que sortear o que cabalgar? 
R.-Pues pienso que fue muy positivo, porque realmente cuando nosotros llegamos al gobierno nos encontramos con una gente maravillosa que estaba igual de convencida que nosotros de lo que había que hacer, que erais vosotros y Javier (Moscoso). Ese primer paso fue el más importante, es decir, que el brazo ejecutor de esas ideas que queríamos implementar estuviera en la misma línea, cosa que no sucedió con otros temas. Por ejemplo, en participación tuvimos muchos problemas, porque no había nadie que tuviera el conocimiento y convencimiento de que eso había que hacerlo. Yo cuando llegué tenía una idea muy clara de la teoría y esa teoría en ningún momento cambió. Nosotros queríamos replicar los estándares internacionales aprobados y probados en muchísimos países. Lo queríamos todo. No nos valía sólo con una ordenanza de transparencia. Queríamos incluir todo junto en una misma norma y que ese fuera el punto de partida. Fuimos un equipo muy sólido, que estuvo de acuerdo en que había que ir a por todo, y creo que ésa fue la clave del éxito. Es verdad que hubo dificultades, pero creo que no tuvimos que renunciar a nada. Teníamos ciertas limitaciones legislativas, no podíamos llegar donde queríamos, pero hasta donde pudimos, lo hicimos.

En eso tengo la conciencia tranquila e insisto en que esto no es posible si no tienes un equipo a tu lado, que es el que conoce el ayuntamiento y lo pone en marcha con el mismo convencimiento. Esto es especialmente importante, porque si tú misma no estás segura de que esto te va a llevar a un lugar mejor, no puedes convencer a tus compañeros. Tú sabes, Joaquín, que nosotros creamos un grupo de trabajo antes de redactar la norma porque nos parecía importante convencer a todo el ayuntamiento de que había que contar con todo el mundo al que iba a afectar. Esta norma no podía llegar de repente, por sorpresa. ¿Cuántas reuniones tuvimos que hacer? Creo que fueron ocho o nueve en las que hubo mucho debate, sin dar nuestro brazo a torcer y convenciendo de que esa era la manera en la que creíamos que había que hacer las cosas. Luego, de hecho, muchos textos académicos nos han dado la razón y nos han citado en muchas cuestiones jurídicas peliagudas como el asunto de la identificación. En ese sentido, estoy muy satisfecha, pero fue un trabajo en equipo. De otra forma, también tengo muy claro que nada de esto habría ocurrido. Tienes que tener la suerte de dar con personas que te acompañen.

En el caso de la Comunidad de Madrid, han convertido el Consejo de Transparencia en una herramienta del Gobierno

P.-Es habitual escuchar que, en aquellas administraciones en las que gobernaron los nuevos partidos surgidos del 15-M, el trato del político con el empleado público, el funcionario, al menos inicialmente, fue duro y tenso, influido sobre todo por una desconfianza hacia todo lo que ‘oliera’ a institucionalizado. ¿Cuál fue tu experiencia? ¿Fue ésta? ¿Sufrió esa relación alguna evolución con el paso del tiempo?
R.-Si en España la transparencia ha evolucionado en estos diez últimos años, tiene como único responsable a los funcionarios de este país. Porque cuando el cumplimiento de las nomas depende de los funcionarios, normalmente sale adelante. A lo mejor, en muchas ocasiones, no más allá de lo que se exige, pero en otros casos, sí. En conclusión, hay cumplimiento porque hay funcionarios.

Promover una serie de cambios en bloque en algo tan importante como la transparencia tiene, como peculiaridad, que afecta a todo el mundo. Cuando uno aprueba una norma de transparencia como lo fue la del Ayuntamiento de Madrid, con unas obligaciones de publicidad activa muy exigentes, sabe que eso va a implicar a mucha gente: la publicación de agendas, el registro de lobbies… todo era un lío monumental, así de claro. Las reticencias son naturales, porque lo que le estás diciendo a la gente es que tiene que trabajar más y todo se va a complicar. Ese mensaje era el que recibían y, realmente, parte de eso había.

Y digo que esto es peculiar porque cuando uno, por ejemplo, pone en marcha una política de participación, lo que está realmente modificando es el proceso de toma de decisiones, y luego todo esto hay que implementarlo. Por eso hay periodos de carencia en la normativa de transparencia. Por ejemplo, en Reino Unido hubo un plazo de cinco años antes de que arrancase la norma. Realmente, hasta que consigues que quien tiene que aplicarla lo haga, hay un periodo de tiempo en el que todo son reticencias. Y las hubo. Quejas, debates acalorados… Lo cierto es que en el momento en el que la norma se aprobó, todas esas quejas y debates resultaron ser un bagaje de aprendizaje para todos. La ordenanza, una vez se aprobó, se cumplió. Podemos hablar, sí, del registro de lobbies, que es algo muy específico, pero en materia de publicidad activa, de acceso a la información, el resultado es el que es. Todo cambio tiene su impacto, y creo que en el caso de la transparencia ha sido positivo.

P.-Tu llegada al ayuntamiento en 2015 coincide con el auge, la moda de la transparencia, de la regeneración democrática y de las medidas contra la corrupción. Ahora parece que esta moda ya ha pasado e, incluso, podría decirse que se están dando algunos pasos atrás en transparencia. ¿Crees que está ocurriendo esto?
R.-En las políticas públicas esto ocurre casi siempre. En estos últimos años, aunque ahora también parece que está remitiendo un poco, el tema de la desinformación ha sido en el que más se ha puesto el foco cuando se hablaba de políticas públicas. En materia de transparencia, el debate era si regularla o no, y sobre ese asunto se discutió en muchos foros académicos, cursos de verano y demás. En efecto, en 2015 hubo un auge de la transparencia por muchas razones. Una de ellas era que en 2013 se había aprobado la ley, y que en 2014 era obligatoria ya para el Estado y en 2015 para las comunidades autónomas y los ayuntamientos. Había una gran necesidad de que la gente supiera de transparencia, para que todos remásemos en una única dirección, que era la de implementar la norma. Todas las administraciones públicas necesitaban impartir acciones formativas y nos empezaron a llamar a todos los que estábamos trabajando en esta materia desde cualquier ámbito, tanto el académico, el del activismo, como a los profesionales de las administraciones públicas. De hecho, nos veíamos todos, los mismos, cada semana en un sitio distinto de España.

No pensaba ni que fuéramos a conseguir una ley ni que con la actual pudiéramos llegar tan lejos

A todo esto, además, hay que añadir que en las comunidades autónomas hubo un boom y todas empezaron a aprobar sus propias leyes de transparencia, incorporando en algunos casos el lobby, en otros la participación ciudadana… También la FEMP o la OGP fueron muy activas en ese momento en estos temas. Era la hora de adoptar y desarrollar normas, previo a su cumplimiento. Cuando uno ve la evolución del propio portal de transparencia del Estado desde entonces, tanto en cuestión de contenido, formato o número de visitas, puede apreciar el impacto. También con las solicitudes de acceso a la información.

Después de este boom llegó un periodo de estabilización, en el que creo que seguimos estando, y, en algunos sitios, parece haber una regresión. En la Comunidad de Madrid, por ejemplo, acaba de modificarse el Consejo de Transparencia. No se han tocado las obligaciones de publicidad activa o el propio derecho de acceso a la información, pero es terrible lo que ha ocurrido. Tengo que decir también que en este caso el problema con el Consejo ya venía de lejos, aunque ahora se ha intensificado todavía más y lo han convertido en una herramienta del Gobierno. Ya lo tenían un poco abandonado y sin recursos, lo que no deja de ser sino una manera de matar a un órgano. En este caso, sí que ha habido una regresión normativa, pero en España, con carácter general, no ha habido una derogación de normas, aunque sí mucho incumplimiento. Se deja de cumplir, y como la transparencia no resulta sexy, pues encima no aparece ni en las noticias.

Pero volviendo a lo que os decía antes, creo que gracias a que los empleados públicos son la clave del cumplimiento de las normas de transparencia, sigue habiendo todavía una gran estabilidad en ese sentido. Luego la transparencia tiene otras dificultades, como el del control de su cumplimiento, la evaluación, etcétera.

P.-Volviendo a tu experiencia en el Ayuntamiento de Madrid, Vicky, ¿qué crees que fue una pena que quedara en la bandeja de cosas pendientes? ¿Y qué crees que se consiguió que jamás hubieras pensado que se pudiera hacer en el Ayuntamiento de Madrid?
R.-Creo que durante los cuatro primeros años en el Ayuntamiento de Madrid conseguimos crear una base sólida de un proyecto de transparencia que para mí solo era el inicio. ¿Qué quedó pendiente? Tantísimo quedó por hacer. Porque en el fondo nosotros sólo creamos el chasis. Cuando hablamos de políticas de transparencia y de gobierno abierto, uno puede hablar de éxito cuando contagia, no solo al equipo de trabajo, sino a todo el gobierno. Nosotros teníamos un equipo muy convencido y valorado, que hacía que las cosas funcionaran, pero había que convencer al resto para que hubiera cada vez más datos publicados, más visualizaciones, para que la transparencia fuera tangible a otros niveles.

Nagore de los Ríos comparaba el portal de datos abiertos con un IKEA cuando decía que a ella le gustaba ver las cosas montadas, pero lo bueno era que cada uno podía hacerlo como quisiera. Muchas veces he utilizado ese símil. Nosotros durante esos cuatro años nos esforzamos por crear esa base para que la gente tuviera herramientas suficientes para crear lo que quisiera. Cuando redactamos el primer Plan de Acción de la OGP, incluimos herramientas básicas, pero ya en nuestro segundo Plan de Acción intentamos hacer desarrollos más sectoriales. Por ejemplo, la plataforma para visualizar los datos de residuos, proyecto que nunca vio la luz porque hubo un cambio de gobierno. Ahí el avance ya no iba a depender de nosotros, sino de que la gente de medio ambiente se remangase y publicase los datos necesarios para construir una plataforma que visualizase la recogida de residuos en Madrid y cómo podía mejorar. O Madrid en Datos, que también era un proyecto en mente que consistía en publicar todos los datos en nuestro poder para poder identificar las carencias de cada barrio, de cada distrito, y así poder también discurrir las oportunidades de mejora y que la gente conociera mejor los barrios.

Quedó pendiente de lograr un modelo de gobierno en el que la transparencia formara parte del ADN de todos los departamentos, no solo del que lo impulsa. Sé que esto puede resultar un poco etéreo, pero creo que con los ejemplos que he dado se entiende mejor. A lo mejor yo era muy atrevida y pensé que lo íbamos a conseguir, sobre todo cuando vi el equipo que nos encontramos. La transparencia no causa rechazo social. Tal vez un poco más la participación porque pueden parecer extravagantes algunas propuestas o difícil de entender que se gaste dinero en promover estos procesos. En cambio, la transparencia no cuesta mucho dinero, aunque sí mucho trabajo, y socialmente está muy bien vista, es relativamente fácil conseguir el apoyo de la oposición y difícil que internamente existan resistencias sólo porque te va a costar más trabajo.

Los datos de implementación y de evolución de la transparencia con la ley que tenemos son buenos y mucho mejores de los que yo esperaba

P.-En vista de toda esta experiencia que nos estás contando, si tuvieras que implantar cambios para que la transparencia fuera más efectiva en las administraciones, ¿por dónde podríamos empezar?
R.-Os va a parecer algo obvio, pero empezaría por conseguir mayor voluntad política. En el Ayuntamiento de Madrid coincidió que, tanto en transparencia como en participación, se juntaron tres friquis, esto es, el concejal y las dos personas que contrató, muy especializadas en los temas que manejaban, y que tenían un objetivo muy claro. Es raro, no suele darse este nivel de convicción, esa voluntad política tan férrea de aquel momento. A lo mejor está mal decirlo porque yo soy una de las protagonistas, lo digo así de claro, pero porque es muy raro.

Además, hubo una voluntad política que no cambió a pesar de las dificultades y que se mantuvo durante cuatro años. ¿Qué pasó después? Pues que se abrió un precipicio. El día que pusimos el pie fuera del Ayuntamiento se interrumpió la evolución. No cayó el proyecto de transparencia, porque cuando uno pone en marcha unos determinados sistemas, como os decía, que tienen que garantizar los funcionarios, se van a mantener, aunque haya cosas mejores o peores, pero hay una base que no se puede alterar. Pero el proyecto de transparencia no ha evolucionado. Por eso, en mi opinión, esa voluntad política es una condición indispensable. Da igual a quien tengas al mando, porque en muchísimos lugares como, por ejemplo, Aragón o Zaragoza, que son ejemplos en materia de transparencia y gobierno abierto, no ha habido friquis. Bueno… ha habido friquis funcionarios. Lo que quiero decir es que no era gente de fuera como en nuestro caso que se dedicaba sólo a eso. Eso también es raro. Ahí hay una lucha constante, una hormiguita que va poco a poco construyendo.

Creo que la manera en que lo hicimos fue la adecuada: sentar unos cimientos sobre los cuales construir el resto de la política, una ordenanza que nos diera seguridad. Aunque no sea obligatorio aprobar una, te ayuda a tomar las riendas de tu propia institución. Eso fue fundamental. A lo mejor yo soy una persona muy toc, pero a mí eso me ayudó. Básicamente, trasladamos nuestro plan de gobierno a una ordenanza, para seguir construyendo, pero vamos… no pudimos acabar.

P.-Una buena norma que después fue referencia en toda España y que, bueno, a muchos ayuntamientos les ha ayudado también…
R.-Sí. No tengo ninguna duda porque lo he escuchado y leído de mucha gente. Lo hemos hecho nosotros, pero es que está bien hecho. Y no lo decimos nosotros, lo decís muchos de los que habéis escrito sobre el tema, textos académicos, en los que se estudia una cuestión, pero en la que nosotros somos los protagonistas… ésa es la realidad. Hicimos lo que habíamos leído que había que hacer. No hemos inventado nada, somos unos copiadores, pero hemos copiado bien.

P.-A menudo se escuchan opiniones sobre la mayor vinculación o compromiso de los responsables políticos que tradicionalmente llamamos ‘de izquierdas’ con la transparencia, que los que se sitúan en el espectro de la ‘derecha’. ¿Cuál es tu opinión? ¿Crees que hay algo de cierto o es otro topicazo más?
R._Bueno, vosotros conocéis mi vinculación política, con lo cual sesgo tengo, sirva esto de disclaimer. Cuando uno mira los datos a nivel global sobre los gobiernos que han aprobado leyes de transparencia no puede afirmar que haya una tendencia concreta. De hecho, los primeros impulsores de leyes de transparencia y, sobre todo, de gobierno abierto, de datos abiertos, como, por ejemplo, Estados Unidos, Reino Unido, Australia o Nueva Zelanda, no eran especialmente progresistas ni siquiera en aquel momento. En España tengo la misma sensación. Pero, aunque creo realmente que es así, también pienso que, a la hora de poner en marcha políticas de transparencia, tanto a los políticos de izquierdas como de derechas les tiemblan las canillas de la misma manera. Es decir, todos se sienten amenazados y tienen el mismo miedo a que salte una información que no les conviene porque consideran que va a tener unas consecuencias nefastas para ellos, que luego no acaban teniendo. Esto lo hemos vivido. Nosotros teníamos un gobierno progresista que tenía miedo de publicar los datos de las declaraciones de bienes, de las agendas o la publicidad institucional, y que luego quedó en nada, porque nunca pasó nada. Y ese miedo es común en la derecha y en la izquierda. Luego ya hay que tener el coraje de asumir la política. La transparencia y la participación parten de un convencimiento y es el de que ambas te ayudan a practicar mejores políticas. Y ahí sí que creo que la idea de que la apertura de los datos y de la información conduce a mejores decisiones y más justas es algo propio del pensamiento progresista.

P.-¿Cómo vives el activismo de la transparencia desde la oposición, Vicky?
R.-Pues muy frustrada porque no puedes cambiar las cosas. De hecho, muchas veces de brazos caídos porque el Gobierno actual no tiene ningún interés en la transparencia. Ninguno. Las personas que pusieron a cargo de la transparencia lo hicieron fatal. No ha habido avances. Vendieron humo. Y da mucha pena, porque tenían un proyecto con un gran recorrido y que había cogido ritmo, pero ha frenado en seco. Me he acostumbrado a esa sensación de frustración porque ya son cuatro años, pero me queda la certeza de que lo que hicimos, permanece, de que lo que está hecho, está bien hecho y que, aunque no se tenga ningún interés en mejorarlo, ahí está. Lo del registro de lobbies es otro tema y tiene sus peculiaridades. Eso sí que está en la ruina más absoluta.

La transparencia y la participación parten de un convencimiento y es el de que ambas te ayudan a practicar mejores políticas

P.-Ya para acabar. Si echaras la vista 10 años atrás y vieras a la Vicky de 2013, ¿qué le dirías respecto a sus aspiraciones de transparencia en la Administración? ¿Qué consejo le darías?
R.-En ese momento yo era de las pesimistas. Aunque yo remaba a favor y era una entusiasta de la transparencia, no pensaba ni que fuéramos a conseguir una ley, ni que con la actual pudiéramos llegar tan lejos. Creo que los datos de implementación y de evolución de la transparencia son buenos y mucho mejores de los que yo esperaba. Eso no quita que no se pueda mejorar, porque podemos ir mucho más allá. No obstante, sí que creo que ahora tenemos más difícil seguir avanzando, porque no hay ese tirón de la transparencia. Ha quedado relegada al último lugar de las preocupaciones de la gente y de las propias administraciones, por lo que tengo cierto dolorcito en el corazón. Oye, a lo mejor me equivoco como lo hice en 2011…

P.-Es verdad que para determinadas cosas hay un momento exacto, un momento concreto que una vez que pasa, podrás hacer otras cosas, pero no las mismas que pretendías.
R.-Sí. Creo que la digitalización de las administraciones es una oportunidad. Cuando nosotros en el Ayuntamiento de Madrid empezamos a hablar de la creación de una Oficina de Datos tenía que ver justamente con eso, con poder adquirir un expertise que permitiera ayudar a todo el mundo a desarrollar políticas basadas en evidencias y a realizar análisis de datos dentro de la Administración con el fin de hacer mejores políticas. Pero creo que la digitalización se está haciendo de una manera totalmente desagregada. David Cabo decía que en España había muchos portales de datos y de transparencia porque teníamos un grado muy importante de descentralización. Cuando nos preguntaban si éramos los mejores, David respondía que decir que España es mejor en datos abiertos es como decir que la democracia es mejor por tener más escaños en un parlamento. Así que, aunque no van por ahí los tiros, creo que podemos tener alguna oportunidad con la digitalización, el desarrollo tecnológico o con las oficinas de datos, pero no va a ser tan bonito como lo que en su día conseguimos.

El sitio web de la Asociación Periodistas Investiación utiliza cookies. Si sigues navegando das tu consentimiento y aceptas las cookies y nuestra política de cookies, pulsa en el enlace para más información.

ACEPTAR
Aviso de cookies