El ex agente doble ruso Serguéi Skripal y su hija fueron víctimas de un intento de envenenamiento con gas nervioso en Salisbury (Reino Unido) en marzo de este año. Londres reaccionó con firmeza y acusó al gobierno de Vladimir Putin de ser responsables del ataque. Según la versión oficial de Reino Unido, Skripal había dejado de colaborar con el servicio secreto británico antes de ser detenido en 2004 en Rusia y condenado dos años más tarde por traición. Tras ser liberado en 2010 en un intercambio de presos propio de una película de espías, Skripal se retiró y adoptó un estilo de vida tranquilo y alejado del mundo del espionaje, por lo que dicho ataque no tenía ningún tipo de justificación, según el Gobierno británico.
Medios de todo el mundo se han hecho eco de una exclusiva de The New York Times: Skripal seguía trabajando para el CNI (servicio secreto español) antes de ser envenenado, lo que desmontaría la versión británica. En concreto, Skripal colaboraba de forma activa en la lucha contra el crimen organizado ruso en territorio español, con una presencia notable en la Costa del Sol y otras zonas del país. Esta información salió a la luz gracias a una amplia investigación de Michael Schwirtz y José Bautista, miembro de la API. Es la primera vez que Bautista publica una exclusiva en uno de los diarios más prestigiosos de nivel global. Este incidente desencadenó una de las mayores crisis diplomáticas con Rusia desde el fin de la Guerra Fría, que se saldó con la expulsión de decenas de diplomáticos rusos por parte de Reino Unido y sus aliados, incluida España, a lo que Moscú reaccionó retirando las credenciales a un amplio número de diplomáticos occidentales, entre ellos dos españoles.
Fuente: https://www.nytimes.com/2018/09/06/world/europe/skripal-poison-russia-spy-spain.html