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Entrevista 30/01/2025

Braulio García Jaén: “El propio método periodístico puede contribuir a la resolución judicial de un caso”

MARTA S. ESPARZA

Braulio García Jaén es periodista de Investigación de El País y miembro de la API. Ha trabajado en diferentes medios, como Público, Ctxt, o Vanity Fair, y vivido en ciudades como Madrid, París y Barcelona. Investigó los excesos de la lucha contra el terrorismo islamista en España durante los años posteriores al 11M. Es autor de varios libros, como ‘El confidente y el espía’, o ‘Justicia poética’, que acaba de editarse por segunda vez, y que relata uno de los mayores errores judiciales de la historia de España. El libro es fruto de años de laboriosa investigación, financiada por el Premio Crónicas Seix Barral de la Fundación para el Nuevo Periodismo Iberoamericano, y ha tenido consecuencias a nivel judicial, logrando que el Tribunal Supremo revise la doctrina que seguía en torno a la revisión de casos donde existen dudas de la culpabilidad de los condenados.

P.- ¿Qué supone este libro dentro de tu trayectoria profesional?

‘Justicia poética’ ha supuesto para mi trayectoria dos momentos muy importantes. Fue mi bautizo profesional, la primera gran investigación, y casi también mi primer trabajo. Trabajé con una beca en la Cadena SER durante un año, pero mientras, estaba trabajando en el libro, fuera de horas de oficina. Más tarde dejé el trabajo de periodista para para centrarme en exclusiva en el libro durante tres años. Fue mi bautizo profesional o mi puesta de largo. Y ahora que se reedita, 15 años después, es un poco también una gran satisfacción personal y profesional, porque el libro está sirviendo para revocar el mayor error judicial de la democracia española. Ha tenido consecuencias en el Tribunal Supremo y espero que tenga más. Y eso está suponiendo también de alguna forma una confirmación de aquella investigación que inicié hace tantos años.

P.- ¿Qué te empujó a investigar y escribir sobre este caso?

Dos inocentes que seguían en la cárcel. Después de que el Tribunal Supremo hubiera reconocido su inocencia, siguieron cumpliendo condenas idénticas a la que fue revocada en 1997, a pesar de que en esas otras condenas tampoco había pruebas materiales contra ellos. Esto tiene que ver con la estrechez que tenía entonces el recurso de revisión, el modelo de revisión en España. El caso, que revocó el Supremo tantos años después, en junio de 2023, ha servido para fijar la jurisprudencia de ese nuevo modelo de revisión en el que ya no se les exigirá una prueba de una evidencia de la inocencia en cada uno de los casos, sino que bastará que los hechos nuevos cuestionen la consistencia de la condena, porque, de hecho, demostrar la inocencia es metafísicamente imposible. El Supremo solo aceptaba como prueba suficiente cuando se demostraba en cada uno de los casos quién era el verdadero culpable. Y eso, cuando no quedan restos de todas las violaciones, por ejemplo, es científicamente imposible. Eso es lo que me inspiró básicamente: el hecho inconcebible de que en una democracia dos inocentes siguieran en la cárcel. Y uno de ellos, de hecho, murió en la cárcel después de que se hubiera reconocido su inocencia.

P.- El caso está plagado de negligencias y prejuicios. ¿Cuáles fueron los principales desafíos que enfrentaste durante la investigación de este libro?

El principal desafío que afronté con esta investigación sin duda era precisamente encontrar lo que exigía la ley para revisar una condena, que eran hechos nuevos que evidenciaran la inocencia. Esto, además, tiene una evidente relación con el periodismo, porque una definición de noticia podría ser hechos nuevos de interés público, ¿no? Así que me pareció que el propio método periodístico podía contribuir a una resolución judicial del caso. Y afortunadamente, en junio de 2023, en la segunda sentencia, el Tribunal Supremo revocó. Un hecho nuevo como es la existencia de un análisis de semen desconocido para el tribunal que lo condenó, sirvió para absolver en 2023. Y ese hecho nuevo lo descubrí yo como tal en mi libro y en mi investigación. Ese era sin duda el principal reto. ¿Y en la práctica, cómo se traducía eso? Bueno, había muchos casos, muchos sumarios, porque fueron todos los casos juzgados por separado y había que cruzar toda esa información para encontrar las fallas y las grietas por donde llegar a nuevos hechos. Y encontré a nuevos testigos que no habían sido llamados a declarar, muestras de semen, que no se habían analizado, otras que se habían analizado, pero no se tuvieron en cuenta. En fin. El gran reto era articular todo ese cruce de información que está en la base de cualquier verificación. Contrastar relatos y comprobarlos con los hechos a los que se refieren.

P.- ¿Cómo crees que este libro puede contribuir a la conversación sobre la Justicia y los Derechos Humanos en España?

Este libro ha servido por un lado para revocar una condena injusta y quizá sirva para revocar otras. Por otro, ha puesto sobre la mesa la inadmisibilidad del viejo modelo de revisión en España, que ha estado vigente durante más de 40 años. El modelo se reformó en 2015, pero durante años, desde 2015 en adelante, el Supremo aplicaba esa reforma de forma distinta en función de si los hechos habían tenido lugar antes de 2015 y después de 2015. Gracias a la revisión de 2023, el Supremo fijó la jurisprudencia y dijo que a partir de ahora el principio in dubio pro reo se aplica también a los condenados en firme en revisión, lo que quiere decir que la Constitución que establece que no se puede condenar a nadie si existen dudas razonables de su culpabilidad, de alguna forma también se aplica ahora en las cárceles. No puede mantenerse a nadie en la cárcel si existen dudas razonables de su culpabilidad y fundadas dudas sobre su culpabilidad. No, creo que esa es la gran aportación de este libro: que ha cuestionado el modelo de revisión que estuvo vigente en España con dos ejemplos de una gravedad altísima, que son los propios protagonistas del libro: Abderrazak Mounib, fallecido en 2000, y Hamed, que pasó 15 años en la cárcel.

P.- ¿Qué dilemas éticos afrontaste durante tu investigación?

En la primera edición, en 2010, durante el proceso de investigación, que duró varios años, me planteé muchísimo si tenía derecho, y qué derecho, a pedir a las víctimas su versión. Ya entonces concluí que sí, que tenía derecho, porque creo que es el propio derecho de las víctimas a dar su versión. Pero hubo algunas situaciones en las que me planteé si tenía derecho a insistir, porque creo que algunas de ellas estaban replanteándose muchas cosas de lo que había ocurrido. En el llamado caso de Cornellà, porque es el lugar donde tuvieron lugar las violaciones, en la primera edición hubo una de las víctimas que aceptó hablar conmigo. Y llegó a decir que, si se lo demostrarán científicamente, se replantearía su señalamiento a Ahmed como culpable. Pero cuando abordé de nuevo el caso, diez años después de que se publicara el libro, porque vi la posibilidad de que se revocara la condena de Cornellà, me planteé de nuevo si, tantos años después, tenía derecho a insistir, a volver a llamarlas y a volver a preguntar si siguen pensando lo mismo. Y gracias a que resolví que sí, que tenía derecho, porque al final considero que también es el derecho de las víctimas a poder reconsiderar su posición. Gracias a eso traté de contactarlas y gracias a eso la otra víctima de Cornellà decidió que quería contactar conmigo y me llamó y estuvimos hablando y me concedió una entrevista que se publicó en el diario El País y que me pidió expresamente. Estuvo de acuerdo expresamente en que esa entrevista se incorporara como hecho nuevo también al recurso que finalmente sirvió para revocar la condena.

P-. ¿Qué consejo le darías a los periodistas jóvenes que aspiran a tener una carrera en el periodismo de investigación?

El primer consejo es que no dejen el trabajo en el que estén. Aunque quieran hacer un proyecto que ellos consideran que solo se puede hacer fuera del marco de ese trabajo, porque es mejor sacar tiempo libre de los fines de semana y robar horas de sueño que dejar tu trabajo como yo hice en 2006. Y el segundo: lo más importante es hacer agenda, conocer a gente, conocer a fuentes, ganarte su confianza y para eso es muy importante y es una ventaja estar trabajando en un medio, en una estructura, en una redacción, porque también aprendes mucho de tus compañeros y además te es más fácil llegar a las fuentes, hacer historias, como yo hice este libro.

P.- ¿Es difícil hacer investigación desde el periodismo?

La investigación ni es tan difícil ni es tan cara ni tan heroica como a menudo transmitimos. Creo que el mito del periodismo de investigación es contraproducente para el propio periodismo de investigación. Ahora todas las fuentes institucionales de todo tipo, políticas, económicas, sociales, ONGs, cualquiera de esas fuentes, tiene un gabinete de comunicación y cualquiera se dedica a producir noticias. Pero lo que puede aportar la investigación es qué son noticias, son historias que en principio o siempre, por definición, se publican contra una de las partes que le gustaría que no fuera noticia, ¿no? Ya sean pues empresas, instituciones, sistemas de todo tipo, judiciales o policiales. Creo que los medios pueden encontrar ahí una diferenciación de lo que no son, y de lo que no es estrictamente periodismo, sino que es solo comunicación. Yo creo que eso además es rentable. Hemos visto algunos casos en los que los suscriptores han llegado en un número muy significativo cuando han sido esos medios protagonistas de alguna exclusiva importante. Y eso muchas veces se nos olvida.

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